Síndrome de Sjögren

Síndrome de Sjögren

Es una enfermedad inflamatoria autoinmune que causa resequedad, sobre todo, en los ojos y la boca.
Una médica internista le dijo a Mercedes, de 48 años: “Estoy segura de que tiene síndrome de Sjögren”. Para esta ama de casa guayaquileña, el término le resultaba extraño. No así los síntomas que coincidían con la enfermedad: sequedad en los ojos, en la boca, en la piel, presencia de vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos), entre otros.
Pero Mercedes no es la única que presenta el síndrome. Las estadísticas americanas indican que es más frecuente en las mujeres que en los hombres siendo la relación de 9 a 1. Incluso, la edad promedio al momento del diagnóstico es 50 años, y es muy rara entre los niños.
El síndrome de Sjögren lleva su nombre en honor al científico sueco Henrik Sjögren. Es una enfermedad autoinmune crónica y multisistémica. En el primer caso, el sistema inmunológico que combate las enfermedades ataca por error a las glándulas que producen las lágrimas y la saliva. También puede afectar las articulaciones, los pulmones, los riñones, los vasos sanguíneos, los órganos digestivos y los nervios.
Según el reumatólogo Mario Moreno Álvarez, los pacientes con este síndrome se quejan de sensación de basura o arena en los ojos, ojos rojos, ardor ocular y amanecen con lagañas. También tienen dificultad para deglutir o remojar los alimentos, beben agua a cada instante y presentan muchas caries. Incluso padecen artritis, que puede ser intermitente o crónica, resequedad vaginal, inflamación de un nervio (neuritis), entre otros.
Como muchas enfermedades autoinmunes, agrega, la causa es desconocida. Pero se acepta la teoría de una predisposición genética, es decir, se nace con un gen que incita a la persona a desarrollar la enfermedad. A esto se agregaría un factor ambiental aún desconocido, aunque muchos estudios sugieren alguna infección viral, por ejemplo, el virus de Epstein Barr. Esto llevaría a una alteración de la respuesta inmune o de defensa, llamada también “pérdida de la tolerancia inmunológica”, y por tanto al desarrollo de un trastorno inmunológico crónico.
Asimismo, dice la Fundación Artritis de Estados Unidos, hay dos tipos del síndrome de Sjögren: el primario ocurre por sí solo y no está asociado a otras enfermedades, y el secundario ocurre junto con distintas formas de artritis, tales como la artritis reumatoide (AR), el lupus, entre otras.
Para la dermatóloga Blanca Almeida Jurado, aunque el síndrome de Sjögren tiene algunas manifestaciones cutáneas, como la púrpura, vasculitis, eritema persistente, entre otras, la xeroderma (resequedad de la piel) es una de las más frecuentes. Algunos estudios indican que hasta en el 66 de los casos se presenta como piel áspera y descamativa.
“Si bien es cierto que en los pacientes con este síndrome su blanco inmunológico es a nivel de las glándulas salivales y lagrimales, se ha encontrado que las glándulas sebáceas (principal fuente de humectación de la piel) también están afectadas. Esto produce disminución del sebo y de calidad anormal. De esta manera se origina una disminución en la capacidad de la piel para retener líquidos”.
Asimismo, agrega, se ha demostrado que los pacientes con síndrome de Sjögren tienen alteraciones en las glándulas sudoríparas. Debido a esto tienen reducida su producción de sudor, y también se sabe que los lactatos presentes en el mismo contribuyen a mantener la piel humectada.
Confirmación de la enfermedad
Moreno asegura que el diagnóstico del síndrome de Sjögren se confirma, dependiendo de los síntomas, mediante pruebas ya establecidas. Por ser una enfermedad autoinmune que cursa con artritis, el médico de cabecera debe ser el reumatólogo y si hay compromiso ocular, el oftalmólogo.
También se requiere la opinión del odontólogo y, de ser necesario, de otros médicos especialistas según el órgano afectado.
El reumatólogo, por ejemplo, verifica si el paciente en realidad padece baja producción de saliva o si tiene alguna alteración funcional de las glándulas salivales. También solicita pruebas en sangre para determinar la presencia de autoanticuerpos (proteínas que reaccionan contra tejidos propios) como: factor reumatoide, anticuerpos antinucleares, anti-Ro y/o anti-La.
Incluso, se puede solicitar una biopsia de la glándula salival, que consiste en tomar una pequeña muestra para investigarla en un laboratorio de patología, de esta manera se determina si está afectada.
Moreno agrega que hay pacientes que tienen síntomas leves que solo se tratan con terapia local (lágrimas naturales y saliva natural). Sin embargo, en algunas personas la enfermedad puede ser muy severa con gran afectación ocular u oral por la resequedad de las mucosas.
En algunos pacientes, dice, la artritis puede ser crónica y deformante, parecida a la artritis reumatoide; y en otros, presentarse inflamación severa del pulmón, de los vasos sanguíneos o de los nervios periféricos.
Además, pocas personas pueden desarrollar con el tiempo linfomas o cáncer de los órganos linfáticos, de ahí la importancia de un seguimiento clínico adecuado.
“La enfermedad no se cura, pero puede controlarse adecuadamente con tratamientos de avanzada como Rituximab. Además, para la afección ocular, aparte de las lágrimas naturales, hay inmunosupresores locales como la ciclosporina en gotas. Asimismo, para la artritis existen buenas alternativas terapéuticas como hidroxicloroquina, metotrexato, entre otros”. (S.M.de.C.)
RECOMENDACIONES CLAVES
El reumatólogo Mario Moreno sugiere:
• Usar lágrimas naturales, gafas, protección solar.
• Utilizar saliva natural, tomar líquidos, evitar dulces y adecuada higiene bucal.
• Evitar pesos (sobrecargas) o deportes de impacto.
• Llevar controles clínicos periódicos y anuales de laboratorio inmunológico para detectar a tiempo cualquier afectación de órganos o sistemas.
La dermatóloga Blanca Almeida recomienda:
• Aplicarse inmediatamente después del baño (estando con la piel húmeda) abundante crema humectante e hidratante y dejar que el cuerpo se seque solo. Si se la aplica sobre la piel seca, no tiene efectividad.
• Las cremas deben ser a base de úrea y glicerina.
• Evitar el uso de jabones, los cuales al ser alcalinos alteran el manto ácido lipídico de la piel y contribuyen a resecarla aún más. Se deben utilizar los llamados syndet (barras o líquidos sin detergentes no alcalinos).
• Usar humidificadores como medidas ambientales para combatir la resequedad de las mucosas y de la piel.