Manuel Correro Sánchez: un caso de Síndrome de Marfan peculiar

Manuel Correro

Manuel Correro

Por Antonio Correro Sánchez

Hace 24 años, la familia Correro Sánchez despertaba a una realidad desconocida, a unas palabras que abrían tantos interrogantes, que no supimos cómo afrontarla. Todo comenzó el 31 de marzo de 1991. Por esas fechas, el Síndrome de Marfan era poco conocido entre los médicos y menos conocido por los que lo podían padecer. Los médicos  que operaron a Manuel en esa primera ocasión, además de hacer todo lo posible por salvar su vida ante una disección aguda de aorta ascendente, nos pusieron al tanto de la enfermedad y nos dijeron que los hermanos que éramos altos, como Manuel, podríamos tener el mismo Síndrome que él. Además, con una de las afecciones más graves: los aneurismas aórticos.

Pasado el primer susto, con el miedo creciendo en nuestro interior, vimos cómo Manuel se iba recuperando poco a poco. Nadie dijo a Manuel que no debía ponerse a hacer trabajos duros, ni nos lo dijeron a los demás hermanos. Digamos que los médicos habían reconocido la “posible” causa, pero no nos advirtieron, quizás porque no lo sabían, de las consecuencias para todos. En esas fechas no había Internet como ahora, así que lo poco que logramos saber, fue mediante los médicos a los que consultamos y a fuerza de operaciones. Manuel volvió a su vida y a su trabajo y, claro, siendo como era un trabajo muy físico, la consecuencia fue rápida y en pocos años tuvo que ser intervenido en varias ocasiones más. En más de un caso, había que hacer reintervenciones porque la intervención principal conllevaba sangrados y problemas derivados de los mismos.

Manuel, en esos 24 años, había tenido 8 operaciones relacionadas con la aorta o con las válvulas. Entre sus operaciones, otros dos hermanos sufrieron, como él una Disección Aguda de Aorta ascendente. La “suerte”, no obstante, estaba de nuestra parte, porque en un total de 8 operaciones de Manuel, 4 de Antonio y 1 de Miguel, todas de aorta o corazón, habíamos salido indemnes. Además de estos tres hermanos, la hermana más joven, Carmen, también era portadora del Síndrome y tenía, y tiene, dilatación de aorta.

En el caso de Manuel, llegados a un punto determinado, los mismos médicos que lo habían operado durante 24 años, que poco a poco se jubilaban, le decían que ya no se podía hacer nada, que no era posible intervenir más. Ante este panorama, pedimos que nos hicieran una derivación al Hospital 12 de Octubre de Madrid, donde hay una unidad multidisciplicar que nosotros conocimos por diversos cauces y donde, incluso, se había operado en una ocasión uno de los hermanos de Manuel. Queríamos agotar todas las opciones. Así que, con la derivación de la sanidad andaluza al hospital 12 de Octubre, nos plantamos en Madrid intentando abrir nuevas puertas.

Los médicos de Madrid, con todos los informes de Manuel, creyeron que podrían intervenirlo con éxito. Por un tiempo respiramos y, en enero de este año 2015, Manuel era intervenido. Bueno, en realidad habría que decir que se hizo un intento de intervención. Los médicos, después de intentarlo, terminaron sacando las mismas conclusiones que los médicos de Málaga: no se podía operar porque las múltiples operaciones previas hacían imposible acceder a la zona de la aorta que se tenía que operar, al menos con las suficientes garantías de que la intervención saliera con éxito. Podéis imaginar nuestra decepción y, sobre todo, la de Manuel al despertar. Tuvimos que decirle que nada, que no se le había podido hacer nada. Los médicos prácticamente nos decían que no había solución. Bueno, no exactamente.

En realidad, nos dijeron que si alguien podía hacer esa intervención con éxito era el Dr. Coselli, en Houston. Nos pusimos a buscar inmediatamente y pronto supimos que, efectivamente, dicho doctor era una salida posible. Ya no asegurábamos nada, porque no podíamos abusar del optimismo que nos embargó cuando nos dieron el OK en Madrid. Si hemos de ser sinceros, nos dijeron que había otro médico, pero con muy poca experiencia, en Holanda.

Nos pusimos en contacto con ambos. Del médico de Holanda aún no tenemos respuesta, pero desde Houston vino muy pronto la respuesta. Enviamos todas las pruebas que teníamos de Manuel, así como todos los informes de alta de cada una de sus operaciones. Respondieron rápido diciendo que se podía operar y que debería ser pronto. Así mismo, nos enviaron el presupuesto de gastos posibles. Para nosotros era una barbaridad. Estábamos hablando, sólo con la intervención, de casi 150.000 € y eso, suponiendo que Manuel no necesitara más días para recuperarse, algo habitual en él. Si era así, cada día de más suponía 3.000 € más. Imaginad nuestro pesar. Somos una familia sencilla que vive de las pensiones por incapacidad que recibimos. Eso sirve para vivir sin apreturas, pero no para tener esos ahorros. Ante el coste, todos sentimos que podía ser verdad eso de que la salud es para los que se la pueden pagar.

Entre tanto, Manuel había caído en un proceso depresivo provocado, en parte, por las mismas pastillas que debía tomar para mantener la tensión muy baja. No tenía ganas de nada, siempre estaba de mal humor, no salía de casa para nada. En ese proceso, arrastraba a nuestra madre de 85 años y con bastante discapacidad en cuanto a movilidad. Mal panorama pintaba en casa, malos augurios. Después de 24 años luchando, parecía que llegaba el momento de desistir.

En éstas, a alguien de la familia se le ocurrió la idea de ponerlo en Internet, de hacer público algo que siempre habíamos vivido en la familia. ¿Con qué idea? Creíamos, al menos algunos, que si todos colaboraban, Manuel podría ir a Houston a operarse. El caso es que Manuel, habitualmente negativo, no puso impedimentos y en cuanto se puso en Facabook y Twitter, todo se disparó. De pronto, todo el mundo sabía lo que le pasaba a Manuel. Las redes sociales se pusieron en marcha y en poco tiempo teníamos a la prensa a la puerta de casa, los periódicos se hacían eco del caso… Y una vez abierta una cuenta para las aportaciones solidarias, las cifras comenzaron a subir. Entendimos que, con suerte, conseguiríamos una buena ayuda, pero no pensábamos llegar a la meta que nos habíamos puesto, que no era otra que superar los 150.000 € para poder afrontar la intervención, los viajes, la estancia, el alojamiento, la comida… Todo lo demás.

Pero si no creéis en los milagros, en este caso se obró. En parte porque había un grupo que coordinaba todas las iniciativas que surgían y en otra, porque cada día se informaba de cómo iba la campaña, cuánto se había recaudado… Tuvimos muchos apoyos verbales en los inicios, pero pronto los apoyos fueron en ayudas desinteresadas: personas, empresas, cofradías, negocios… A eso se unía lo que se recaudaba en cada evento. Parecía increíble, pero a poco más de mes y medio de iniciada la campaña, contábamos con casi 150.000 €.

Entonces todo dio un giro de 180º. Sucedió algo que podríamos llamar casualidad, aunque difícilmente era eso. En una revisión ordinaria de dos de los hermanos de Manuel con el cardiólogo de la Unidad de Marfan de Málaga, le pedimos a Manuel que viniera. La idea era que el Servicio Andaluz de Salud pudiera hacerse cargo de parte del gasto y cerrar así el círculo. Pero esas cosas son lentas, nos dijo el cardiólogo. Y está de por medio la política (esto lo afirmamos nosotros). El caso es que al final de la entrevista, el médico recordó a un doctor alemán que intervenía en casos complicados a requerimiento de la propia sanidad de nuestra región. Pidió permiso para enviar a dicho doctor todas las pruebas de Manuel y no pusimos pega. Todo habría quedado ahí si no hubiera llamado a los pocos días el mismo doctor para decirnos que teníamos una entrevista con el Dr. Hans-Joaquim Schäfers, cardiólogo que tenía una Unidad de Marfan en Alemania y que se comprometía a hacer la misma intervención, con los mismos métodos que en EE.UU. y, lo que era más importante, a un precio mucho más bajo. Inicialmente no nos hicimos ilusiones y accedimos a ir a la entrevista: nada se perdía.

Cuando entramos a la entrevista teníamos claro que la opción era el Dr. Coselli. Cuando salimos de ella no lo teníamos tan claro. El Dr. Hans nos dio tanta seguridad, tanta tranquilidad, tanta confianza… que empezamos a ver los pros y contras de intervenir en un lugar o en otro. Manuel necesitó unos días para decidirse, pero al final cambió el plan y dijimos que sí, que íbamos a Alemania, donde la intervención costaría un tercio de lo que costaba en EE.UU. Y, para eso, ya teníamos el dinero suficiente. Pedimos a la gente que dejara de hacer donativos personales, pero la Coordinadora mantuvo los eventos programados, con lo que la suma de dinero subió, pero ya no lo hizo al ritmo anterior.

Un mes después de la entrevista, Manuel estaba intervenido, se recuperaba satisfactoriamente y todas las personas que habían apoyado el proyecto, de una u otra forma, se hacía una piña en la alegría, como lo había sido en la cuestación de fondos, como lo había sido en cada evento. Nuestro pueblo y otros cercanos, habíamos vivido un verano solidario, diferente, lleno de ilusión y con la mirada puesta en un vecino. Y se había conseguido.

Manuel todavía tiene que ser intervenido del tramo bajo de la aorta y las ilíacas, una intervención que entraña menos riesgos que la realizada ahora, que comprendía todo el tramo en el que se encuentra el tronco celíaco. Pero después de todo lo vivido, sigue habiendo una pregunta que nos ronda y que incluso hicimos al Dr. Hans: ¿por qué nadie nos habló de su Unidad de Marfan? ¿Por qué sólo nos señalaron EE.UU? No queremos responderla porque ya no nos interesa la respuesta. Nos interesa, antes que todo, comunicar a todos los enfermos de este Síndrome, que cuando las cosas se pongan complicadas en su país, busquen cerca, porque en Europa hay médicos tan competentes como los americanos y, además, son posibles para la sanidad de cada país. En nuestro caso, no creemos que nuestra sanidad se haga cargo de nada (ya se encargaron de llamar el día antes de la partida para decirnos que nos pusiéramos en lista de espera, después de dos años esperando, después de que ellos mismos nos dijeran que no era posible, sabiendo además que la intervención no podía esperar). No nos importa, porque hemos recibido tal apoyo y cariño de nuestro pueblo, pueblos vecinos, amigos, conocidos y menos conocidos, que desde todas partes han puesto su granito de arena… que se nos antoja un insulto para todos ellos hablar siquiera de no aceptar lo que con tanto cariño nos han brindado.

Estaremos siempre en deuda, pero la unión que se ha generado, el sentimiento de orgullo de personas sencillas que pueden decir que lo hicieron posible con su esfuerzo, eso no se paga con nada. Sencillamente ha sido increíble.

Como anécdota, ya con Manuel recuperándose, tuvo lugar el último evento: conseguir el Récord Guinness de cortadores de jamón. Además de conseguirse, se constató que el espíritu de “todos con Manuel” que todavía adorna numerosos balcones del pueblo, seguí y sigue vivo. Queda otra intervención, pero lo más duro ha pasado. Y todo, por no renunciar, por no decir “aquí lo dejo”. De haberlo hecho, nada de todo lo bueno que ha pasado, estaría contándose ahora.

Realmente, nos alegra haber abierto una ventana más a la esperanza para los Síndrome de Marfan con múltiples intervenciones. Y una ventana que se puede abrir sin los esfuerzos que requieren otras opciones más lejanas y caras. Si alguien lo necesita y quiere que hablemos de cifras: lo hacemos sin problemas.


Source: MML